En el empeño cotidiano aprendemos a
formarnos y también a deformarnos y reformarnos.
El camino es arduo y resulta más
apacible si tenemos modelos claros y con quien dialogar y discernir los
avatares de la vida.
La virtud, la bondad y la verdad están al alcance de
todos.
Siempre hay amistades, trabajos, proyectos y experiencias que nos
enriquecen en nuestro crecimiento.
El “estréllese contra sus propios errores,
no hay forma de evitarlos” es un consejo mezquino.
No estamos destinados a cabalgar en solitario por la vida.
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