Cada
tarde se subía en el mismo colectivo a las cinco puntualmente. A veces faltaban
pasajeros, pero nosotras estábamos firmes ocupando dos asientos diferentes. La
Línea 38 era el sitio de una cita diaria y perfecta para el anonimato. Ni la
lluvia, ni el frío ni el calor de casi todo el año nos impedía tomar el mismo
bus. Yo descendía frente al Hotel Guaraní para proseguir hasta la Universidad
Católica y ella seguía no sé hasta dónde.
Fueron
años en que nos veíamos la cara diariamente; ella no sabía nada de mí ni yo de
ella. Apenas cruzábamos algunas miradas y saludos de cortesía. Podríamos haber
cultivado una amistad, pero nos faltó coraje para romper la barra de hielo que
nos distanciaba.
Cuando
ella subía al ómnibus su rico perfume Chanel
se expandía. Era una mujer especial, su porte traslucía una clase social
cultivada, bien parecida y elegante, y no sobrepasaba los treinta años. Cada
día su largo cabello rizado color azabache tenía distintos arreglos; a veces lo
llevaba recogido con un enorme moño que combinaba con el color de su ropa o
simplemente olía a shampoo de manzanas recién usado. Su piel fresca y tersa
denotaba pulcritud. Sus ojos verdosos, cejas bien delineadas, labios carnosos
que cambiaban de colores, resaltaban su rostro. Sus manos largas y finas
remataban con unas uñas pintadas con colores vivos y brillantes. Vestía ropas
ceñidas al cuerpo y a veces faldas muy cortas que hacían sobresalir sus largas
piernas morenas y sus caderas angulosas. Carteras de charol de diversos colores
y tamaños realzaban su atuendo diario y unos lentes de sol simulaban un adorno
más en la cara.
Pagaba
su boleto y luego se recluía en un asiento cualquiera. Su postura rígida hacía
de ella una efigie de diosa helénica sentada estoicamente; nada la sacaba de su
mutismo y nunca se dibujó en sus labios una leve sonrisa. Iba abstraída,
inmutable y triste. Parecía cargar en sus hombros el peso del día o, tal vez,
el peso de la noche que la esperaba. Sólo ella sabía el sinsabor o el
placer de su secreto.
Mi
sigilosa observación sobre ella era simple y drástica a la vez: no era feliz.
¿A
dónde iba cada tarde?, me preguntaba y divagaba en mi ingenua especulación sobre
la vida de esta extraña dama. Me inventaba cien preguntas tratando de encajarla
en uno de esos oficios comunes; ¿enfermera?, ¿oficinista?, ¿escribana?, ¿abogada?,
¿masajista?, ¿camarera de hotel?, ¿mesera en algún restaurante?, ¿ama de casa?,
¿estudiante?, ¿casada?, ¿madre soltera?... Tanta incógnita no tenía nada que
ver con el trabajo que iba a cumplir cada noche a 40 kilómetros de su casa.
Una
tarde cualquiera, caminando por una de las antiguas calles de Asunción, cuando
el sol ya estaba ocultándose, pasé frente a una llamativa puerta, desde donde se
reflejaba unas luces rojas; allí estaba la misteriosa mujer. Era ella,
presumida y exuberante. Disimulé mi mirada y ella hizo lo mismo, esquivándome.
Ya
no había nada que ocultar. Estaba esperando los clientes de la noche.
A
ti,
que tienes algo que decir
y estás callada.
A ti, que te negaron el amor y estás cansada.
A ti, que empiezas a vivir. Y a ti, que no te queda nada.
A ti, que te negaron el amor y estás cansada.
A ti, que empiezas a vivir. Y a ti, que no te queda nada.
¡Hola, genessis! Bonito relato, me han gustado mucho tus detalladas descripciones,las cuales me hacen viajar en ese bus y ver a la dama misteriosa.
ResponderEliminarResulta que esa experiencia la he vivido yo en Madrid: cada día una mujer cogía el metro conmigo,todos en el barrio creíamos que trabajaba en alguna tienda o de asistenta en una casa de alcurnia. Un día me la encontré haciendo la calle en el otro extremo de la urbe.
Hay algo en tu relato que no me cuadra: dices que no la conocías y apenas un saludo de cortesía y luego mencionas que ella se bajaba a 40 kms de su casa. ¿Cómo lo sabías? ¿La seguías? Bueno, el dato de la distancia no aporta nada, no mejora ni empeora el relato, es prescindible.La dama puede ejercer su oficio lejos o simplemente a unas manzanas de su casa.
La canción de Perales es preciosa. Hace años estuvo de moda en España y la gente le criticaba porque casi siempre hablaba de lo mismo y con el mismo tono, pero para mí es uno de los mejores cantautores que ha nacido en lengua hispana. Yo tengo un par de LP de él. Un beso, amiga.
Muy querido Juanito
EliminarMi fiel y presto lector. Siempre puntualmente en este bus virtual, pero con la gran diferencia que entre nosotros hay una gran afinidad y cortesía...(no te parece?, y nos conocemos como Juan y Genessis, pero qué cosas hacemos allá en el confín de la ciudad ya se nos escapa...)
Bueno, los 40 km era solo de suponer, pues ese es el trayecto que hacíamos juntas en el bus, desde la periferia, hasta llegar al centro de Asunción. Suponía que ella cogía el omnibus frente a su casa o a unas pocas cuadras, ya que se la veía bien fresca...
Un abrazo fuerte
Cada persona es un cúmulo de tanto y en ocasiones los silencios son las puertas cerradas para no tenerse que desnudar, nada más que en su trabajo. Triste realidad en la constancia de muchos viajes en el bus del mutismo, donde cada pasajero mece el dolor, la risa, la esperanza y la realidad en el trayecto que distancia el bus del tiempo.
ResponderEliminarUn abraciño y vs todo la historia de muchas realidades.
Rosa María Milleiro
http://poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com.es/
Rosa María
EliminarMuy buen aporte tu comentario. Desentraña un poco más los silencios y todas aquellas situaciones y circunstancias que hacen aflorar en el rostro y en la postura de los cientos de pasajeros que encontramos en nuestro cotidiano vivir, y especialmente en los medios de transporte.
El bus y el tren, especialmente, transportan un mundo de historias sobre ruedas, sin destino acabado...
Un abrazo
Me ha gustado mucho todos los detalles. Poco a poco se va desnudando esa mujer que nos hace suponer lo que realmente es. A veces es mejor dejar seguir dando rienda suelta a la imaginación que encontrarse con la realidad. En mi cabeza sigo con la historia. Yo creo que al día siguiente se volverán a ver en el autobús y harán como todos los días.
ResponderEliminarBesos
Gracias Henry por tu lectura y comentario y por que sigues imaginándote la historia que sigue...
EliminarEn realidad nos volvimos a ver unas cuantas veces y yo seguí de la forma más natural, para mí nada cambió. Pienso que una persona mayor, como es ella, sabe lo que hace. Y vaya a saber si las circunstancias de su vida le ha ofrecido más que esa salida...
Mi principio es no juzgar a nadie y aceptar a cada quien como es.
Un abrazo
Genessis:
ResponderEliminarQuien más, quien menos, ha observado y ha sido observado por los pasajeros de los medios públicos de transporte.
Hastiados de ver siempre el mismo escenario, un día ponemos nuestra atención en el pasaje; quiero pensar que, para crear esta historia, te habrás sentado en un asiento virtual y recorrido ese viaje cotidiano.
Lo has descripto con lujo de detalles y el remate está muy bueno, pues la relatora es una humilde trabajadora que, tras envidiar a la "señora", cae en cuenta que las apariencias engañan.
Te felicito de corazón.
Besos.
Hola Arturo
EliminarEste recorrido cotidiano fue real, en los seis años de universidad fueron pocos los días en que no coincidimos, claro los fines de semana, el tiempo de vacaciones y los días en que yo tenía otro horario.
En aquel tiempo yo era una humilde estudiante universitaria y por lo que me consta ahora muy ingenua para los tiempos que corrían...
Pasaron los años, y creo que sigo pecando de ingenua...
Gracias por tus palabras
De corazón, un beso
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEntiendo genessis. Como vivo en una ciudad pequeña, nunca pensé que la gente viajara más de 15 kms para ir a trabajar; pero sí, es cierto, pues diariamente acuden en autobús o en trenes a Madrid miles de personas que viven en Toledo y Ciudad Real,recorriendo más de cien kilómetros de distancia. A veces, las circunstancias de la vida empujan a ejercer oficios que en realidad no se desea.
ResponderEliminarEscribí algo sobre otra señora y otro autobús:
http://ellugardejuan.blogspot.com.es/2011/03/alergias-de-primavera.html
Un beso
http://ellugardejuan.blogspot.com.es/2011/02/mariposa.html
Besos.
Hola Juan
EliminarPara eso se inventaron los autobuses y los trenes, conozco personas que haccen mas de 200 km diariamente...
Ya iré a leerte, sabes que me encanta tu forma de relatar las cosas, y si son anecdóticos, mejor!
Un abrazo
Muy bonita historia Genessis. Una persona mas o menos normal en apariencia, hasta que uno profundiza y observa esa infelicidad. Lo cotidiano de esos trayectos hace que uno se pregunte cosas de otros pasajeros, con los que al final uno de alguna manera se vincula incluso de un modo casi afectivo según pasa el tiempo.
ResponderEliminarPor cierto con algunos compañeros de bus cotidianos he hecho gran amistad. :)
La vida es como viene al fin y al cabo... mejor no juzgar, ni criticar, simplemente aceptar a cada uno como es, porque ni uno mismo sabe lo que podría llegar a hacer en un determinado momento y circunstancia.
Bonita canción. Un beso.
Hola Oscar
EliminarGracias por tu fiel visita y comentario. Siempre es un gusto encontrar la impresión de alguien que pasó, leyó y dejó plasmado su pensamiento...
Los viajes a veces nos regalan grandes sorpresas y buenas amistades.
En los trayectos cotidianos necesitamos ese rostro amigo que nos saque del mutismo y de la monotonía de las horas, a veces, tediosas...
La vida de cada uno es como es, hay que respetarla y nunca juzgarla, así creo yo.
Va un abrazo fuerte para ti
Cada día, cada hora, cada minuto que pasa, decenas, cientos, miles de vidas, deambulan enganchadas a las frías barras metálicas de trenes y autobuses en las grandes urbes. Para mí, en los muchos años que pasé utilizando transporte público para ir a trabajar, disimular miradas era un juego. Me refiero al imaginar quién sería y a qué se dedicaría esta o aquella persona con la que coincidía diariamente. Miradas en principio furtivas que suelen terminar en tímidos saludos tiempo después.
ResponderEliminarDeseo que sepas que tu manera de relatar me parece fantástica. Tu capacidad para enlucir escenas con matices y detalles es fabulosa.
Un abrazo.
Caro Jorge
Eliminar"disimular miradas" me gustó esa frase, y cuánto juego interno conlleva, es como un folclore. Y más cuando uno tuvo la expereincia de viajar a diario, a veces sentada cómodamente, a veces estirada por algún pasamanos, y más de las veces con el cuerpo apretujado y aspirando todos los olores posibles...
Eso de imaginarse quién es el otro o la otra que respira muy cerca de ti....se hace un concierto de imaginaciones que nacen y mueren dentro de uno...
Gracias por tu impresión sobre mis cualidades, te devuelvo con la ternura que te mereces.
Un beso de jueves
Pareciera que siempre existen relatos en relación al bus, yo no olvido a una mujer que subió alguna vez y se fue al fondo, lloró y lloró y se sentía su dolor, su historia luego la supe, el mundo es pequeñito y las cosas tarde o temprano regresan, excelente tu historia, con tu permiso me quedo en tu espacio
ResponderEliminarBesos linda
Hola Ameny
EliminarBienvenida a bordo Ameny.
Este es un espacio, una casa, un oasis, una travesía virtual hacia otros horizontes imaginarios donde existen los dioses que recogen los retazos de los tiempos de ocio lanzados desde esta orilla, y que son compartidos con los lectores que se asoman al portal.
Regresas cuando quieras linda, aquí hay cordialidad, paz y ternura para compartir.
Un saludo cordial
Paz y Bien!
Muy ameno y muy bien escrito! Conoci a muchas personas interesantes cuando tenia que tomar el autobus a diario durante cuatro anios.
ResponderEliminarun abraXo!
Tu paso fiel por mi espacio hace que el mismo sea ameno y tenga vida. Las experiencias nos enriquecen y el compartir nos duplican en generosidad.
EliminarUn fuerte abrazo para ti Marilyn.
MI muy gentil y amable genessis,lo que escribes de esas situaciones a veces cotidianas,es un comportamiento el cual me gusta ejercita pues todos los días para desayunar cojo el metro,y me encanta hablar conmigo mismo diciéndome mira esa que cara más triste no lo entiendo con lo bonita que es debía estar como unas castañuelas de contenta.
ResponderEliminarSaludos
José, gracias por tu visita y comentario. La vida cotidiana nos regala tantas cosas pequeñas y simples y en cada una de ellas hay una vivencia, un por qué, una historia muy particular.., a veces cargadas de pesimismo, de esperanzas, de satisfacciones, de tristezas, de gozos ocultos...
EliminarPero todos vamos hacia el mañana será mejor...!
Saludos cordiales
Las apariencias engañan muchas veces. Nos hacemos un juicio sobre alguien por su forma de vestir o de actuar y luego resulta que se nos desmorona el castillo.
ResponderEliminarBuen relato me ha gustado.
Siento venir tan tarde pero esta semana me despisté.
un besote de viernes
Tú siempre muy amable, tu visita y comentario valen más que mil tesoros, a tiempo y a destiempo, y no hace falta explicarte.
EliminarTe devuelvo con ternura un bacio de venerdí sera.
Que tengas un buen fin de semana