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Cada vez que escribimos tenemos un propósito o a veces simplemente nos mueve un interés mediático. La obligatoriedad de escribir bien, en la época de estudiantes, o como profesional para algunos, hace necesario que el producto pase por el tamiz de una correcta revisión.

Escribir es un arte y su ejecución depende de cómo cada quien lo concibe. Sin embargo, todos los que desean desarrollar y mejorar su calidad lingüística o perfeccionar su redacción, deben conocer y saber utilizar el registro del lenguaje correcto en cada ocasión y atenerse a las finalidades y al usuario-lector al que va destinado.

Un buen escritor es aquel que reproduce sus ideas de un modo íntimo y vital y redacta por instinto o por reflexión, elabora las frases a tenor de sus fenómenos mentales, cambiando, a veces, la distribución directa de los vocablos, para dar más valor expresivo o ritmo a determinadas formas del lenguaje. La libertad y holgura en la redacción no significa desconexión arbitraria entre los elementos de la frase. Hay que conocer bien las reglas sintácticas para poder transgredirlas.