Es el tiempo de ocio perfecto que alimenta el alma. A partir de ahí uno es capaz de regalar una sonrisa o una palabra acogedora sin pedir nada a cambio.
Hay que saber robar el tiempo a la vorágine cotidiana para meterse dentro del corazón y navegar en un plano de mayor cercanía con el yo y con el Tú.
No es un delirio vacío, es pasión por la humanidad que nos hace más humanos y más hermanos.
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