Mi casa era como un cuartel general
permanente:
mi padre el General de ejército, mi madre la gran Mariscala, mi
hermano mayor el Teniente Coronel y así sucesivamente, cada uno según el orden
en edad ocupaba el escalafón en la cadena de mandos, hasta llegar al más
pequeño que era el soldado raso.
Mi hermana y yo, en algunos casos, formábamos
parte de la tropa.
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