Las palabras ya están, lo que hace el poeta es juntarlas, ordenarlas
y combinarlas; le da vida y movimiento, las hace reír y llorar, ennoblecer y
alegrar, coquetear y extasiar.
Con ellas inventa sueños, alegorías, romances,
pasiones, historias, escenarios, barbaries, etc.
Subyacen siempre talentos,
fantasías, soliloquios, audacia y una pasión vehemente que hace aflorar los
pensamientos fugaces hacia fuera.
No busca una lógica tangible, simplemente
el deleite de las palabras, de los sentimientos y de la fantasía.
Es un regodeo
interior momentáneo. Una especie de viaje fugitivo, un proceso emergente, concatenado, dinámico,
creativo, único, impredecible, sin moldes predeterminados.
Escribir es una tarea vital para el poeta, es algo
inevitable para seguir admirando el arco iris, que muestra los mismos colores de
siempre.
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