Somos un universo viviendo las 24 horas.
Cuando nos levantamos de la cama, la hora que sea, empezamos el delirio de multiplicarnos,
a veces necesariamente,
a veces infructuosamente,
a veces enloquecidamente
para luego, al final del día,
con la cabeza navegando como un satélite entre las galaxias nos sumergirnos en un breve sueño.
Recomenzamos en la mañana siguiente con el primer rol del día averiguando fugazmente qué identidad encajará con nuestro ánimo.
Nos vestimos y una nueva metamorfosis nos hace multiplicar despiadadamente.
Y así se nos va el día y la vida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario