Imagen tomada de la red |
Los niños quedábamos dentro de la casa fuera del alcance de las conversaciones de los adultos.
Sólo ellos entendían el lenguaje, la magnitud de la disputa en que se careaban la repartición de la herencia del abuelo y cómo sacar la mejor tajada de propiedad que impuso para sí el abogado como pago del trabajo de Sucesión.
A veces se escuchaba el sollozo de una de las tías.
Aquellas asambleas familiares para mí eran las más incomprensibles y dolorosas a la vez.
No sabía la trama real del tema y ni era bueno saberlo en ese momento, pero en mi vaga imaginación de niña suponía que discutían cómo conseguir aviones, grandes y seguros, para escaparnos cuando llegara el fin del mundo.
foto tomada de internet |
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